A santa Catalina mártir
¡Oh gran amadora
del eterno Dios.
Estrella luciente,
amparadnos vos!
Desde tierna edad
tomastes esposo.
Fue tanto el amor,
que no os dio reposo.
Quien es temeroso,
no se llegue a vos,
si estima la vida
y el morir por vos.
Mirad los cobardes
aquesta doncella,
que no estima el oro
ni verse tan bella.
Metida en la guerra
de persecución,
para padecer
con gran corazón.
Más pena le da
vivir sin su esposo;
y así, en los tormentos
hallaba reposo.
Todo le es gozoso,
y quería morir,
pues que con la vida
no puede vivir.
Las que pretendemos
gozar de su gozo,
nunca nos cansemos
por hallar reposo.
¡Oh engaño engañoso!
y que sin amor
es querer sanar
viviendo el dolor.
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