Las Cortes encargaron a un pariente de Santa Teresa, que escribiera al papa.

 


Miniatura del Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela en la que aparece el rey de León, Alfonso IX.

 

LAS CORTES DESDE LA EDAD MEDIA

Según el historiador y jurista Luis G. de Valdeavellano, desde el siglo XIII se dio el nombre de Cortes a “las asambleas políticas integradas, bajo la autoridad y presidencia del Rey, por los representantes de los estamentos sociales de la población de Estado”.

Pero con anterioridad, antes de que estas se ganasen el nombre definitivo, es posible situar su nacimiento en el año 1188, cuando el rey de León don Alfonso IX convocó una curia regia extraordinaria a la que por primera vez asistieron representantes de varias villas y ciudades del reino.

Por lo que se refiere a las Cortes de León y las Cortes de Castilla, estas acabaron fundidas en la segunda mitad del siglo XIV en unas mismas Cortes castellano-leonesas, quedando integradas grosso modo, por los estados nobiliario, eclesiástico y ciudadano. Los asuntos tratados en las Cortes eran de diversa índole pero, en general, de todas las cuestiones de importancia para el Estado. Así, según una expresión de las Cortes de Valladolid de 1419, de los “fechos grandes e arduos”.

Tiempo después los nobles y eclesiásticos fueron dejando de acudir a las Cortes y a mediados del siglo XV, la ausencia de los estados nobiliario y eclesiástico, era ya notoria. Y a partir del año 1538, absoluta. Con dicha ausencia quedaron solamente los representantes de las ciudades y entonces, la función primordial de las Cortes fue “la concesión de ayudas económicas y tributos demandados por el rey”. Sin duda, no era la mejor época de las Cortes pero estas “no dejaron de enfrentarse en ocasiones a exigencias inmoderadas de los monarcas, y salieron en defensa del bien común”.

 

LA PLENA IDENTIFICACIÓN DE SANTA TERESA CON LOS CEPEDA

En cualquier caso, pese a las carencias que hoy puedan atribuirse a las Cortes de la segunda parte del siglo XVI, no deberá ignorarse que por entonces ya poseían una larga tradición y un carácter representativo que en lo relativo al asunto que tratamos resultaron muy esclarecedores, en verdad, definitivos. Así es, porque desde las Cortes identificaron plenamente a la religiosa Teresa de Jesús con la familia Cepeda, y por ello, le fue encomendado a un pariente suyo —Rodrigo de Tordesillas Cepeda— escribir al papa Clemente VIII, con el fin de que se iniciase el proceso de canonización. En efecto, “los Reynos de Castilla juntos en Cortes escriuieron al Santo Padre Clemente Octauo el año de 1596. para que se empeçasse a tratar la canoniçacion de la Santa Madre Teresa de Iesus, hija de esta casa de Tordesillas y Cepeda, y por tal cometido el escriuirla a Don Rodrigo de Tordesillas Cepeda, Cauallero del Orden de Santiago, señor desta casa, y Procurador destas Cortes por Segouia”. Pero además, los reinos escribieron a los cardenales y al embajador de España para que lo fomentase. Es decir, que por lo que se refiere a la pertenencia de Teresa de Jesús a la familia Cepeda descendiente de Vasco Vázquez de Cepeda y en consecuencia, a sus raíces leonesas, el reconocimiento de las Cortes fue más que evidente

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